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La verdad detrás del cierre de 400 tiendas de Zara


La industria del retail sigue con su transformación a pasos agigantados. Y la pandemia, con todos los cambios de hábitos que trajo, no hizo más que acelerar las reconversiones profundas.

Cuando de retail se trata, uno de los grandes jugadores del siglo XXI fue el gigante español Inditex, dueño de marcas como Zara, Pull & Bear, Stradivarius, Oysho, Massimo Dutti, Bershka, y Zara Home.

Los cierres responden a un cambio radical en el negocio. Salpicar los centros urbanos y los centros comerciales con más puntos de venta solía ser la estrategia obvia para los minoristas de ropa que buscaban nuevos clientes. Inditex, que es el mayor proveedor de moda rápida del mundo, pasó de menos de 750 tiendas a principios del año 2000 a alrededor de 7.500 locales. 

Pero las tendencias van y vienen en los negocios como lo hacen en la pasarela. En 2020, por primera vez en sus dos décadas de historia como empresa que cotiza en Bolsa, Inditex terminó el año con menos tiendas que 12 meses antes, y sufrió su primera pérdida trimestral.

Ahora, Zara persigue a su clientela joven (y no tanto) hacia donde pasan más tiempo: sus celulares. El viraje hacia el mundo online, que se aceleró gracias a la cuarentena, requerirá un reajuste ágil de la forma en que las marcas de moda hacen negocios. 

Es que los locales son paquetes gigantes de costos fijos, comenzando con el alquiler y el personal, que se vuelven rentables solo una vez que transfiere suficiente producto a través de ellos; la idea es apilarlos y venderlos a bajo precio.

Los sitios web y los almacenes cuestan mucho menos. Pero debido a que los minoristas se esfuerzan por entregar cada paquete, cuanto más venden, más costos variables se acumulan.

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