Carlos Menem asumió la presidencia argentina en uno de los momentos más difÃciles de fines del siglo pasado, y logró llevar al paÃs a uno de los periodos de mayor solvencia y crecimiento, aun cuando finalmente sembró problemas que explotaron después de su mandato. Como consecuencia de los serios desbalances fiscales y monetarios de los años 80, la inflación se habÃa acelerado y llego a más 3000% en 1989, con un pico mensual equivalente a más 20.000 por ciento anual. El PIB cayó en 10 por ciento en 1988-90, sin igual entonces por muchos años, aunque menor de lo vivido después.
En ese momento, Menem debió elegir entre la visión tradicional justicialista y lo que comúnmente se conoció como el Consenso de Washington, aunque reflejaba una visión que iba más allá de las instituciones multilaterales de crédito y la Casa Blanca. El presidente, aunque criticado entonces y después, tomó el curso pro-reforma, con el apoyo del ministro Domingo Cavallo. La instrumentación del plan económico no fue fácil, pero llevo a la Argentina por una senda de progreso, y que rindió muchos frutos aún después de la catastrófica debacle financiera de 2001-2002.
Las privatizaciones fueron controversiales, generaron un nivel de desempleo no visto ni anteriormente ni después, al dejar claro que las empresas del estado actuaban como agencias de desempleo de lujo con grandes costos para el resto de la población. Muchas empresas quebraron al no poder competir en una economÃa más abierta, y luego de un perÃodo de reducción, la desigualdad y el porcentaje de pobreza comenzaron a aumentar, todo lo que debilito innecesariamente el proceso de reforma. Aun con estas serias fallas, hubo un aumento en la inversión y, en menor medida, de ahorro que generaron la base para una Argentina moderna que se benefició más allá del gobierno de Menem y el “uno-a uno”.
Post a Comment