Verónica Perdomo mu cruda: "Suena fuerte pero soy discapacitada”
Una Verónica Perdomo con "cero filtro", como ella se define, habló de su nueva vida, después de un año en televisión y en medio del éxito teatral en Carlos Paz. "Desde que me recuperé del derrame, pienso que puedo todo", aseguró la morocha a Revista Ahora…
"Me cambió la vida saber que mañana me puedo morir".Si bien nos encontramos un día bastante pesado y nublado, con su sonrisa Verónica Perdomo desplegó una luz inmensa en el lugar. Así es ella, una mujer con una tranquilidad y una felicidad a la hora de moverse en la vida que sorprende, y mucho más aún después de todas las dificultades que debió atravesar durante estos años. Luego de una intensa jornada de atención a la prensa, mientras la mayoría del elenco se retiró cansado después de los reportajes, Verónica no tuvo problemas en sentarse una vez más para realizar una nota. “No tengo drama, nadie me apura”, disparó cuando le pedimos unos minutos para charlar. Simple y concreta fue la respuesta de una mujer que vive la vida de otra manera, sin la histeria clásica que tenemos todos y disfrutando cada minuto de una existencia llena de sorpresas. Nos acomodamos en un muy pequeño pero a la vez relajado espacio para conversar. Eso sí, antes de empezar la charla se acercó quien apuntala a Verónica para ayudar a que la nota fuese más fluida, aunque su intervención no resultó necesaria porque el diálogo fue más que intenso. De a poco se está yendo un verano que seguramente será único para vos. ¿Cómo lo estás viviendo? La vida me sorprendió gratamente. Todo este verano me da mucha nostalgia. Lo viví mucho en diciembre y ahora siento lo mismo porque, después de todo lo que me pasó, es increíble volver a hacer teatro, algo que amo desde siempre. ¿Vivís esta vuelta a las tablas como un reencuentro o como debut? Mirá, es simple. Creí que iba a poder hacer un montón de cosas menos volver al teatro porque tenés que estar muy atento, sobre todo a la hora de hablar. Quizá sentía que había perdido esa capacidad porque tuve que empezar de cero ya que no sabía ni leer ni hablar. ¿Cómo fueron los primeros ensayos con el elenco? Al principio me dio mucha vergüenza ensayar delante de mis compañeros porque no puedo leer rápido, al punto que pensé en llamar al productor y bajarme. A mí me cuesta hablar, imaginate leer... Entré en pánico, pero el productor del espectáculo me dijo que me relajase y me pusieron un coach para que me ayudara a hablar. ¿Creías que el “Bailando” era tu techo y al teatro lo veías solo como un sueño imposible? Totalmente. Antes del derrame había hecho teatro en Córdoba junto a Denise Dumas y Gustavo Conti, pero después dije: “Chau, no voy a poder hablar”. Después de todo lo que pasé les dije a quienes me representaban: “No puedo hablar, ni cantar ni actuar, pero me quedó el cuerpo así que puedo bailar”. ¿O sea que estás viviendo todo como si recién empezaras en el medio? Es loco lo que voy a decir, pero siento que todo comienza de nuevo, y eso está bueno. Es como empezar el año después de las fiestas. Te juro por Dios que, si uno trata de disfrutar las cosas y de no hacerlas como rutina, te cambia la vida para siempre. Por eso mi libro se llama “Otra oportunidad para ser feliz”. También me cambió la vida tomar conciencia de que mañana me puedo morir. No es lo mismo ir a actuar como si nada pasara que sabiendo que puede llegar a ser tu última vez sobre un escenario. Muchas veces digo: “Tal vez me voy del teatro y no vuelvo a vivir más”, pero no me molesta para nada. En mi vida las cosas importantes ya son otras y ahora elijo lo que quiero hacer, algo que quizás antes no podía. ¿Se valoran más las pequeñas cosas? Ahora miro más a los ojos, antes estaba como una loca de acá para allá. Me conecto con la gente de una manera distinta: hay personas con quienes, apenas las conozco, me encariño y hay otras personas que, no bien las veo, al toque no me gustan y prefiero alejarme. Siento que me transformé en una nena con pañales que de a poco vuelve a conectarse con todos. ¿Con caprichos también? Obvio. Si la hacemos, la hacemos con todo (risas). ¿Y sin filtro a la hora de decir lo que te molesta? Tal cual, cero filtro a la hora de decir las cosas. No sé si es lo más conveniente, pero me sale así (risas). Después de algunos cuestionamientos, ¿en algún momento pensaste en bajarte del “Bailando”? Siempre disfrute del “Bailando” porque mi mamá y mis hermanos estuvieron cerca y mis amigos también me venían a ver. Que yo estuviera ahí era un premio para ellos y para todo mi cuerpo médico... Si no te hubiera pasado lo que te pasó, ¿creés que lo habrías disfrutado igual o hubiese sido un trabajo más? Lo hubiera aceptado pero habría sido algo más. Claro que después de todo lo que me pasó estar ahí era otra historia totalmente diferente. Mi camarín era un shopping a full, porque estaba lleno de personas. Lo que sí me molestaba era que me comían todo el sushi (risas). ¿Hubo algún ritmo que te haya dado miedo? Cuando vino la pileta, me dije: “Verónica, hasta ahí”. La verdad es que el agua me complica porque, como me hicieron una traqueotomía, me cuesta respirar abajo del agua, sumado a un golpazo que me di. Entonces decidí bajarme porque ya era mucho. Siempre pedís que te traten como a una más, sin lástima ni golpes bajos. ¿Seguís pensando lo mismo? Totalmente. Desde que me recuperé del derrame, pienso que puedo todo. Después me doy cuenta de que puedo hacer algunas cosas y otras no, pero siempre lo intento. Cuando me decían que no podría caminar, por dentro pensaba que iba a poder hacerlo y, gracias a Dios, pude lograrlo. Igual que a la hora de hablar: a veces me trabo, pero en otras ocasiones hablo súper bien y rápido. Hoy, luego de que ha transcurrido el tiempo, ¿qué pensás de aquellas personas que dudaban de tu forma de hablar? Creo que hablaban con una falta total de conocimiento sobre lo que me pasó, pero no me enojo. No es chiste: tengo afasia. Cuando sufrís un ACV del lado izquierdo te afecta el habla, no sabés las letras ni podés escribir, o pensás una cosa y decís otra distinta. Cuando empecé a hablar nuevamente, tardaba ese segundo en buscar la palabra indicada. Igual para mí mejor, ¿eh? Si alguien sigue pensando que hablo bien, ojalá se cumpla así un día puedo decir: “Fue un chiste, no tuve un ACV”. Pero lamentablemente no es así. ¿Volverías a hacer fotos sugestivas? Sí, no tengo ningún problema. Total le decís a tu novio que es algo nuevo para vos… Claro (risas). Pobre mi novio, siempre le comento todo como si fuera la primera vez y él me insiste: “Verónica, basta de decir eso”. Yo lo tomo con gracia. Además siempre le recuerdo que antes vivía sola, pero después de lo que me pasó cambió todo y tuve que convivir: “¿Viste todo lo que tuve que hacer para vivir con vos?” (risas). ¿Cómo era tu vida antes de sufrir el ACV? Vivía sola, me iba la mitad de la semana a Chile y volvía para “Impacto 9”. Además estudiaba locución hasta que quedé discapacitada. Porque, aunque la palabra suene fuerte, soy discapacitada. Estuve durante un año con un casco de bicicleta y mucho tiempo dependí de otras personas, incluso hasta para ir al baño. Para mucha gente decir soy discapacitada no es algo cool, pero prefiero ser sincera. Yo no podía leer ni nada. Tampoco ir a la verdulería porque ni siquiera sabía los colores. Por último, ¿un sueño? Seguir disfrutando de las pequeñas cosas y de las grandes satisfacciones. (diarioshow.com)
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